Siempre lo novedoso y creativo nos ha cautivado, aunque nunca la necesidad de ser original ha sido tan vertiginosa como lo es ahora. Ya no se trata de tener buenas ideas en nuestro negocio para capar la atención de prospectos, además debemos ser creativamente rápidos y creativamente constantes para ofrecer contenido que «destaque», «enrole» y «convierta» varias veces al día, todos los días.
Hoy necesitamos estar, o tener un equipo con mentes despejadas, abiertas, curiosas juguetonas y enfocadas. Para lo que solamente se requieren bajos niveles de stress un cuerpo saludable y desde luego un estado de ánimo y emocional equilibrado y jovial.
Casi nada, ¿no?…
Todos somos creativos, es la forma en la que nos hablamos y enfocamos la situación la que no nos permite romper nuestras creencias auto-limitantes y promover la innovación de nuestro pensamiento.
También dependerá del entorno y de que tan permeable a los estímulos, positivo o negativos, seamos. Es decir, es fácil criticar al jefe porque «no nos motiva» desde nuestra zona de confort, y al mismo tiempo la aplicación del «management de la tiranía» no es un catalizador muy eficaz. El peor enemigo de la creatividad es el miedo.
Todavía escucho personas decir «a mí no se me ocurren buenas ideas», y desde luego su cerebro les obedece.
En un estudio utilizando electroencefalografía (EEG), los investigadores registraron la actividad cerebral en sujetos mientras resolvían anagramas. Los resultados, mostraron que las personas altamente creativas tienden a dejar divagar la mente, o utilizan procesos de razonamiento difusos, lo que les permite una gama más amplia de ideas al intentar resolver un problema.
Por el contrario, quienes son más metódicos, tienden a centran su atención más estrictamente, lo que permite menos «inputs» en su proceso de razonamiento.
Los investigadores también encontraron que el pensamiento orientado a objetivos (pensamientos orientados a la resolución de problemas específicos) no está determinado por los objetivos en si o las tareas desarrolladas.
Más bien son las diferencias individuales en la actividad del cerebro en el estado de «descanso» las que pueden influir en la estrategia de pensamiento empleada. El estudio concluye en que la genética y experiencia de vida tienen gran influencia en cómo se encara la resolución de los problemas.
Más allá de estos datos, existen muchas formas de promover y generar ideas nuevas en nuestro entorno de trabajo. A pesar de que a día de hoy hay disparidad de opiniones en cuanto a los resultados obtenidos, yo sigo creyendo, como muchos, que el Brainstorming (tormenta de ideas) es una de las mejores técnicas de generación de ideas.
Recuerdo, hace muchos años ya, que en el primer Brainstorming en el que participe, entre la ansiedad de «la novedad» y el stress por quedar bien y ofrecer ideas originales, aquella sesión fue no solo estresante sino poco productiva. Con el tiempo y una mejor preparación, han ido mejorando.
Fuente: MoodBoard Target Aucience
¿Cómo organizar una tormenta de ideas con éxito?
Esta técnica de ya casi dos siglos de antigüedad, sigue siendo a día de hoy una de las mejores formas para la generación de ideas diversas e innovadoras. «El Brainstorming es una herramienta de trabajo grupal que facilita el surgimiento de nuevas ideas sobre un tema o problema determinado.”
Sin embargo, como comentaba antes, a menudo los Brainstormings tienen mala reputación debido a que las sesiones a veces generan ideas monótonas y/o tienden a estar dominados por jefes o personas con mucha verborragia pero poca idea de cómo liderar el proceso.
Veamos una lista rápida de pasos para organizar un Brainstorming más efectivo:
– Definir el problema
Debemos comenzar por el final, con el propósito en mente. Quienes intervienen deben conocer los objetivos de la sesión para enfocarse y cuestionarse mejor a sí mismos y así proporcionar ideas valiosas.
El o los objetivos de la sesión, deberán contar con límites para posibles soluciones. Si solo se busca un amplio conjunto de ideas, deberemos poner menos límites (de tiempo, estructura, tipo de ideas, etc..), o por el contrario, si buscamos un conjunto específico de soluciones, deberemos fijar más límites.
– Asignar un moderador
Debe ser alguien que pueda mantener la sesión «viva» en todo momento, con cierta experiencia en este tipo de sesiones e imparcial. El moderador no tiene por qué generar ideas, pero si debe ser capaz de hacer que todos participen y que nadie domine la discusión.
Buscamos alguien extrovertido, sociable y con firmeza para dirigir la sesión y poder cambiar de rumbo si fuese necesario, pero sin ser autoritario para evitar bloqueos.
– Fijar un plazo y forma de registro
Como parte de los límites a definir, el tiempo es una variable importante que todos deben conocer de antemano y que dependerá de la magnitud de los objetivos fijados o problemas a resolver. Particularmente soy partidario de sesiones acotadas y de ser necesario realizar más sesiones (entre 1 y 3 horas por sesión sin contar el tiempo necesario para objetivos y mecánica).
El motivo es que con mucho tiempo por delante solemos «procrastinar», mientras que la premura (sin excesivo stress) suele activar neuronas. También debemos estipular la forma en la que se registrarán las ideas, una pizarra, un tablero con notas autoadhesivas, folios, etc.
Es importante no evaluar las ideas sobre el terreno, es decir, se debe esperar a evaluar y catalogar las ideas una vez finalizada la sesión.
– Seleccionar cuidadosamente a los participantes
La sesión debe incluir personas de la empresa que se vean afectad@s de alguna manera por el objetivo o problema. Es buena idea incluir expertos (más experiencia pero con limitaciones por sesgos) en el tema en discusión y no expertos (inexperiencia pero más libertad sin sesgos), como también empleados de otras área de la empresa e incluso no empleados. De tres a ocho personas a menudo es lo ideal.
– Estimulación
Una forma de estimular la generación de ideas es partir la sesión en dos: «divergente» y luego «convergente». Divergente es cuando los participantes exploran opciones y generar nuevas ideas a partir de una idea principal. Convergente es cuando las ideas se clasifican y analizan con el fin de aislar a los mejores.
También se puede estimular las sesión creando «tableros de inspiración» (en esta web puedes hacerlos online y gratis) con recortes o imágenes asociadas al problema, cambiar la ubicación física de la reunión a un sitio más relajado, realizar dibujos o garabatos, o comenzar las sesión promoviendo lo «ridículo» o fomentando la propuesta de malas ideas para desbloquear el proceso.
Nuestro cerebro tiene una tendencia natural a buscar patrones repetitivos y rutinas, sencillamente porque esto le permite no tener que pensar en cada cosa y de esta forma ahorrar energía y ser más eficiente.
Por eso tenemos que buscar impulsores de pensamiento lateral que nos permitan ir alimentando poco a poco nuestro motor creativo para cuando lo necesitemos. Esto significa, rodearnos de personas, actividades y lecturas que nos enriquezcan.
Imagen cabecera: Freepick