Lenguaje Corporal: De la neurociencia a los micro gestos (Parte II)

Asumimos que nuestro cerebro es quien controla el resto del cuerpo, y por lo tanto, nuestra postura corporal es el reflejo de nuestros pensamientos y estados de ánimo. Pero en realidad, parece ser que nuestro lenguaje corporal incide en como pensamos y sentimos. Todo está relacionado, es como un bucle que se retroalimenta así mismo a través de expresiones, ideas, lenguaje verbal y microgestos.
Este bucle conductual y cognitivo define gran parte de lo que hacemos. La forma en la que interactuamos, nuestras expresiones y posturas, y como nos involucramos, alteran nuestros pensamientos, los cuales derivan en emociones que afectan a nuestros cuerpos. La psicología llama a esta vertiente Embodied Cognition, o pensar con el cuerpo.
El principal problema es que no somos conscientes del mensaje que nuestro cuerpo envía constantemente. Crecemos creyendo que la genta «escucha» lo que decimos, y son influenciados o no en función del contenido de nuestro mensaje.
Lo cierto es que nuestro cuerpo sigue comunicando aunque nuestro discurso verbal haya terminado. Incluso puede que tiremos por la borda todo lo que hayamos dicho con un simple gesto (o microgesto), y lo peor es que tal vez ni siquiera seamos conscientes.
Vivimos en una era con un bombardeo continuo de estímulos, por lo cual, a veces resulta difícil parar y analizar qué efectos tiene el entorno en nuestra fisiología.
Piensa por un momento en algún empleado de atención al cliente o contacto directo con el público. Tal vez llegó a su puesto de trabajo con una sonrisa de oreja a oreja por un comentario que le hizo su pareja en el desayuno. Ocho horas después, te lo encuentras encorvado, con el seño fruncido y «monosilábico». ¿Te suena familiar?
Todos estamos expuestos, y como todavía no han inventado una app que mida nuestro estado de ánimo, debemos aprender a «auto-educarnos», estar más atentos a como reaccionamos a estos estímulos, chequeando cada tanto, nuestra postura y expresiones.
El lenguaje corporal influye en nuestra forma de pensar y sentir.
La neurociencia ha comenzado a medir estas reacciones en nuestro cerebro. La psicóloga social Amy Cuddy , especialista en lenguaje corporal y sus efectos sobre las hormonas, ha demostrado que el lenguaje no verbal (estos, postura, expresiones) afectan directamente a como las personas se sienten y a su humor.
Ha identificado como según el tipo de postura, estás estimulan la segregación de ciertas hormonas:
– Postura de baja energía: Espalda encorvada, hombros hacia adelante, brazos colgantes o abrazando hombros, mirada hacia abajo, paso lento y arrastrando los pies.
– Postura de poder: Hombros hacia atrás, espalda recta, plexo solar hacia adelante, manos a la cintura o detrás de la cabeza, postura ligeramente hacia adelante (poyado en una mesa por ej.).
Lo interesante del estudio es que las posturas de poder incrementan la testosterona, hormona asociada a la dominación y la acción, y denotan bajos niveles de cortisol, denominada hormona del estrés.
Por el contrario, las personas que sostienen posturas de baja energía de forma prolongada, presentan bajos niveles de testosterona y altos niveles de cortisol.
Mantener estas posturas de poder por unos 2 o 3 minutos según Cuddy, puede ayudarnos a cambiar nuestro estado anímico. Yo personalmente lo practico, y me funciona.
Otra cosa que hago cuando no tengo un buen día, es sonreír de forma forzada (solo la muesca de la boca, no es necesaria la carcajada) durante un par de minutos, automáticamente cambia mi estado de ánimo. Somos un «todo», y si le enviamos a nuestro cerebro una señal de «sonrisa» el nos devuelve un estado de ánimo positivo.
La próxima reunión importante o cierre comercial que tengas pruébalo. Busca un lugar tranquilo (tal vez en el baño) y cambia tu fisiología, coge una postura de poder por un par de minutos y sonríe. Puede que no te asegure el resultado de tu reunión, pero seguro que tu día mejorará.
También tenemos que tener en cuenta que las expresiones y posturas corporales a pesar de ser un lenguaje universal, tienen ciertas diferencias entre géneros. Los hombres por ejemplo cuando asentimos con la cabeza, estamos mostrándonos de acuerdo con nuestro interlocutor.
Las mujeres cuando asienten con la cabeza, simplemente muestran que están escuchando, es como un gesto de afirmación para que el interlocutor continúe.
Micro expresiones
Dentro del universo del lenguaje no verbal, se encuentran las micro expresiones, que son expresiones involuntarias de la cara que pueden durar una fracción de segundo (1/25 segundos), y pueden servir como prueba de una mentira y expresión creada, pero que no son tan fáciles de detectar.
Según Paul Ekman quien ha desarrollado este campo, las micro expresiones a menudo exhiben una emoción oculta y son el resultado de la supresión o represión de las mismas.
Ekman, sostienes que no hay ningún signo del engaño en sí, ningún ademán o gesto, expresión facial que en y por sí mismo, signifique que la persona está mintiendo. Son más bien indicios de que su preparación para mentir ha sido deficiente.
Por ejemplo se puede identificar (junto al contexto y persona) si alguien está sonriendo realmente o de forma forzada o inventada, por el músculo que se encuentra al del ojo. Si este se activa o entrecierra, es real.
El desprecio por ejemplo es más sencillo de identificar por la comisura del labio apretada, ligeramente levantada y la nariz fruncida. Este último gesto es muy difícil de controlar, por lo que si estamos atentos y con mucho entrenamiento, podemos descubrirlo.
La dificultad es que existen emociones que se expresan de forma muy similar en cuanto a micro gestos, como la sorpresa y el miedo. Por esto detectar mentiras no es simple. El principal problema es el cúmulo de información, demasiadas variables: palabras, tonos, pausas, ademanes, posturas, respiración etc.
Como conclusión: nuestra postura no sólo influye en cómo nos sentimos, sino que también determina a qué tipo de información le prestaremos más atención y recordaremos más.
Por otro lado, escuchamos más de una vez que para mantener nuestro estado de ánimo y actitud positiva, debemos controlar nuestros pensamientos, a quien escuchamos y lo que leemos. También cuidar lo que comemos, mantener una vida activa y socialmente rica.
Pero no es descabellado pensar entonces, que nuestra postura «física» frente al mundo y a la sociedad, pueda ser una decisión más pro-activa que reactiva, siendo más conscientes y tal vez de esta forma, tengamos más control sobre cómo nos relacionamos e influimos en nuestro entorno, equipo y clientes.
Pd: Si quieres profundizar sobre el tema micro gestos te recomiendo este libro de Ekman «Cómo detectar mentiras»
Me encanto mucho tu trabajo Gracias, Un saludo